viernes, 30 de noviembre de 2018

Profesora de Bachillerato

Soy profesora de bachillerato, tengo 33 años y una maestría en Estudios Latinoamericanos en la UNAM.
Hace menos de un mes enuncié esas palabras en una entrevista para un doctorado: profesora de bachillerato.
La dije contenta porque me encanta mi profesión, sin embargo, una de las entrevistadoras levantó la ceja y ladeó la cabeza con un dejo de desagrado, y repitió: "¿profesora de bachillerato?", el otro entrevistador, que se dio cuenta del gesto le replicó: "quedó muy claro, es profesora de bachillerato" con todo el encanto del acento argentino. Acto seguido, la señora me preguntó: "¿Sabes de qué se trata este doctorado?" La pregunta encerraba cierto desdén, como si el ser profesora de bachillerato te bloqueara inmediatamente todas la habilidades cognitivas para investigar. Encontré en la mirada y los gestos del entrevistador argentino -gran investigador y me arriesgo a decir que mejor ser humano- apoyo, comprensión y cierta complicidad, toda la complicidad que se puede lograr en una entrevista de 30 minutos, toda la complicidad de alguien que se ha dedicado a dar clases a chicas y chicos de prepa.

Es una lástima que quienes se dedican a la investigación educativa tengan ese aire de superioridad con respecto a quienes damos clase en nivel medio superior. Quizá no sepan de las satisfacciones que se encuentran en esta noble (y agotadora) profesión. No saben lo que la sonrisa de una alumna puede iluminarte cuando por fin puede identificar distintos tipos de falacias, no saben lo que te llena el corazón que un alumno repita "fica tudo bem" excelentemente pronunciado cuando dirige a un compañero lastimado a la enfermería. No saben quizá de las noches que pasamos nosotras, las simples profesoras de bachillerato, pensando en cómo explicar las ideas de Weber en una sesión de 50 minutos, toda una proeza a la que todo profesor o profesora de bachillerato nos hemos enfrentado.
Quizá no lo saben o no lo han valorado.
La investigación tiene sus dificultades y sus satisfacciones, las he vivido también. Si tuviera que ponerlas en la balanza no sería capaz de decir que una actividad, la de profesora o la de investigadora, sea mejor que la otra. Mucho menos pensar que unos son más listos que los otros.

Así los días....
Jocelin.