sábado, 28 de septiembre de 2019

Puedes contar conmigo

Hola.
Bienvenidos nuevamente a mi blog. Como muchos ya sabrán, ahora soy profesora universitaria!!!
Después de algunos meses de no pasarme por acá por esa causa (armar clases, hacer lecturas, organizar listas y actividades de alumnos), regreso con renovados bríos pero con la energía por los suelos.

Ser profesora de chavos universitarios es agotador...
Hace algún tiempo pensaba (quizá por que es lo que viví como alumna) que una profesora universitaria debía dejar a los alumnos solos, que cada quién se las arregle y solucione sus propios problemas, en fin, pensaba en una relación muy jerárquica, fría, lejana. Después de varias experiencias, ahora pienso diferente, he cambiado la visión que tengo de ser profesora...
Pienso que soy un Jedi, que tengo jóvenes padawans a los cuáles acompañar en su descubrimiento de la fuerza, en su trayecto por el lado luminoso... sin embargo me he topado con que no todos mis compañeros profes piensan así, que siguen en el papel del maestro encumbrado en su pedestal.

Seguiré, aunque sea agotador leer correos de mis alumnos pidiéndome consejos, revisar sus líneas del tiempo o sus reportes, aunque tenga que sonreírle (aunque yo haya tenido un mal día) a los alumnos que me detengan en los pasillos para platicarme sus aventuras...  porque al final de eso se trata la educación, de acompañar, de estar cerca, de crear lazos, de ser y de hacer comunidad, de invitarlos a cambiar las cosas, de cambiarlas juntos,  de decirles "puedes contar conmigo".

Así los días...





lunes, 3 de junio de 2019

Enseño por el fuego...


En estos días he pensado mucho en mi labor docente, en el bien común y en el fuego. Recordé que alguna vez escuché, en un programa de Pablo Boullosa, un poema de Taylor Mali que me fascinó porque resumía a la perfección lo que siento cuando en el aula hay fuego. Reproduzco  aquí (muy libremente) ese poema que me hace pensar que más allá de las instituciones donde estemos, si permanecemos o nos vamos, lo importante sigue siendo el fuego, pensar más allá de los límites sin olvidar el bien común...


Enseño por el fuego
por el momento de ignición
por la chispa
por el foco que brilla en la oscuridad
arriba de la cabeza de un adolescente.

¡Oh incandescencia preciosa!
deslumbrante
en el aire inerte del salón.

He visto al muchacho intentarlo
intentarlo y volverlo a intentar
hasta que ¡púmbale!
por fin consiguió comprender.

Y entonces he podido
observar en sus ojos
el júbilo de la lucidez.

Enseño por momentos
como este
Enseño por los momentos
en que todo se enciende
y por fin, arde...
intelectualmente arde.

Taylor Mali (traducción de Pablo Boullosa)

domingo, 7 de abril de 2019

La Reforma, la Contrarreforma y yo


Entre los ires y venires de la Reforma Educativa, de la Contra, de lo que dijo aquel experto y lo que dicen las autoridades educativas, estoy yo.
Como saben, soy una profesora de bachillerato que trabaja bajo las reglas de la SEP (en colegio incorporado).Aclarado eso, les cuento que tengo chicos que van en 5to y 6to de prepa cuyo calendario de evaluaciones es cada 3 meses y con chavos de 4to que presentan exámenes cada 2 meses. Los que estén en este mismo caso comprenderán el infierno que estoy viviendo.
He escrito poco en este blog por esa causa. Cuando recién terminé la evaluación de unos, tuve que hacer los exámenes de otros y ahora estoy en ese mismo círculo vicioso, revisando cuadernos, revisando exámenes, pasando calificaciones y en medio de todo dar clases...
Es cansado también estar pensando en si la reforma va para atrás, no, sí, otra vez que no... lo cual para el país y para mis colegas sindicalizados es de gran importancia... pero casi nadie habla del dichoso Nuevo Modelo Educativo. Ojalá luego del debate de las prestaciones y las evaluaciones a los profesores, también se hable de lo primordial en la educación en este país, de un modelo coherente, funcional y humanista para los chavos, que al final (y desde un principio) son los protagonistas de nuestra labor.
Por lo pronto, lo que sigue es trabajar para terminar este ciclo escolar (con las merecidas y esperadísimas vacaciones de Semana Santa) y ver qué acontecerá en el siguiente.
Ya sé que muchos que me leen dirán que soy una exagerada al mostrarme tan ocupada y cansada... lo que pasa es que quien no ha pasado por un aula no sabe el performance, el esfuerzo y la energía que eso conlleva. Pero eso será tema de otra entrada. Mi reloj marca las 23: 21 y no tengo ni tantito sueño por causa del horario de verano.

Así los días...

martes, 22 de enero de 2019

Hombros de gigantes

El año pasado un alumno de último año de prepa me preguntó: ¿Por qué con todo lo que sabes eres maestra? Contesté muchas cosas, entre ellas, que las nuevas generaciones merecen buenas maestras o maestros.

Cuando Iván, el alumno de la gran pregunta se fue, me quedé pensando en las cosas que me habían llevado al mundo de la educación. Primero pensé naturalmente en mi madre. Mi mamá es maestra, y digo que es, aunque hace varios años que se jubiló. Mi mamá es de esas maestras divertidas pero firmes, que hacía recapacitar a los chicos con sus palabras pero que también fomentaba el trabajo y la disciplina llevando a los chicos a pasear y a conocer la naturaleza (demostrando que en la educación pública se pueden hacer grandes cosas sin demasiados recursos). Esos niños ansiaban que mi mamá fuera su maestra, quizá porque sabían que el trabajo de todo el año tenía su recompensa: el viaje escolar con la Maestra Mary. La lección de vida de mi mamá como maestra, se cuenta sola.

En segundo lugar pensé en Inés, mi maestra de Español de la Secundaria. Casi 20 años después de que pasé por sus aulas, seguía recordando su nombre y sus clases. La busqué en Facebook y la encontré. Me di a la tarea de mandarle un mensaje. Lo dudaba porque sentía que no se acordaría de mi. Al final, yo fui una alumna más de las y los miles de alumnos que han pasado por su vida. Me contestó y descubrí que sí me recordaba y hablamos horas de su vida, de la mía y de las cosas que ahora nos hacen colegas... Yo, más que recordar los contenidos de sus clases, recordaba su mirada, la emoción que tenía cuando llegaba al salón, su sonrisa al saludarnos, la pasión con la que hablaba de literatura. Ayer fue su cumpleaños y no podía quedarme con las ganas de desearle que siempre la pase bien y decirle que es una de mis grandes maestras, que cuando dicen que viajamos en hombros de gigantes pienso en ella... ella es una de mis gigantes.

En estos días también pensé en otro de los grandes maestros que tuve. Giampiero Bucci fue también maestro de muchos otros y todos tenemos una historia con él, con sus lecciones y sus palabras. Hace unos días dejó este mundo sólo para confirmar ese halo de rockstar que tuvo en vida. Ese profesor de Filosofía supo sacarle jugo a su viaje en hombros de gigantes, tanto que un día decidió bajarse y emprender un viaje, el verdadero viaje filosófico.

Las maestras tenemos, tuvimos y tendremos maestros, que más allá de grandes conocimientos nos dejan, aunque sea por momentitos, viajar en sus hombros para ayudarnos a ver lo que hay más adelante. Gracias por eso a mi mami, a Inés y a Bucci.

La respuesta para Iván podía haber sido esta: Si he sabido alguna vez algo, si en algún momento he logrado desentrañar apenas una esquinita del misterio de la humanidad ha sido por que antes de ser maestra, tuve grandes maestros...

Así los días...




miércoles, 16 de enero de 2019

La maestra enojona y los osos siberianos

Volver a clases cuesta mucho. Levantarse temprano después de días de ver Netflix hasta bien entrada la madrugada, comer junto a la familia hasta no poder más, las posadas, las navidades, la rosca... 
Desde hace varios años me hago un propósito (las personas normales tienen uno por mes, pero yo soy maestra, jeje) y trato de trabajarlo todo el año, a veces con éxito y otras veces cayendo rotundamente en la misma actitud.
Hoy les dije a mis alumnos, con toda la prudencia que pude, que mi propósito de año nuevo era ser menos enojona... aunque los he regañado mil veces, cuando dije "ENOJONA" dos alumnas corrieron a abrazarme y luego siguieron dos más, y tres y cuatro y todos se lanzaron a ese extraño abrazo grupal catártico. Luego me hicieron comentarios random, por ejemplo "Todas las maestras son enojonas", "Las maestras siempre tienen que ser así, es su trabajo"... y los más increíbles "Tú no eres enojona", "Nunca nos regañas"... con lo cual quedan comprobadas dos cosas. La primera, que este trabajo conlleva muchas emociones juntas y revueltas, y lo que más me ha resultado es ser honesta, transparente y sincera con los chavos, tratarlos como personas dignas de la verdad. Y segunda, que el cariño les gana y que olvidan los malos momentos y conservan los buenos. 
Ahí había quedado ese momento, 24 adolescentes tratando de hacerme sentir que está bien ser vulnerable y lo mejor, que te aceptan con todo eso. Después, en otra clase de Historia tuve como invitado a un alumno de último grado de prepa. Este alumno habló sobre mi trabajo y por qué era su profesora favorita... no sé explicar cómo surgió pero los chicos comenzaron a decir lo "chida" que está mi clase y que les encanta venir a mi salón y de todo lo que aprender. Hablamos sobre el tema para el que estábamos convocados (la ONU y la UNICEF) y terminamos hablando de Vladimir Putin, de la paloma que lo saluda (y descubrimos que es falso) y de cómo monta osos en Siberia (aunque bonito resultó obviamente falso). 
Hoy sentí que aunque tengo poco tiempo de asumirme como profesora de alto rendimiento, voy por buen camino. También sentí mucha comprensión de mis alumnos a mi proceso como docente, entendí que este rollo es de ida y vuelta, que estamos juntos en esto.
Con esos compañeros de viaje, sé que cumpliré mi propósito... hoy me quedé con la sensación de que no es tan difícil.
Obvio, cuando terminó mi horario lloré un poquito y sonreí mucho.

Así los días...

lunes, 10 de diciembre de 2018

Zorba el griego y la catástrofe

A veces todo sale mal en el aula. Llegas de buenas, alguna cosa te saca de tus casillas y todo se viene abajo.
En estos días mordí el polvo ante la lista de aceptados en un doctorado y obviamente lo estoy viviendo como un fracaso, como una pérdida (de la esperanza) y como un tremenda derrota. Como decía en otra entrada de este blog, la actividad académica y la "aúlica" no están peleadas en mi corazón, sin embargo apostarle a un proyecto y verlo caer estrepitosamente al suelo no deja de doler.
En ese estado mental me acordé de la escena emblemática de la película "Zorba el griego" en donde el desparpajado Zorba, ante la catástrofe que vive junto a Basil, su "joven aprendiz", es capaz de bailar, reír y disfrutar de sus emociones, de regodearse de alegría en la tragedia...
Igual que en el aula, cuando en la vida todo se venga abajo, cuando las cosas no salgan exactamente como lo planeé, cuando sienta que el fracaso me persigue y sobre todo, cuando me alcance, me prometo que voy a reproducir en mi mente esa canción, simplemente para recordarme que aún en la tragedia es posible celebrar la existencia.

¡Opa!

Así los días...

Jocelin

lunes, 3 de diciembre de 2018

Me sonrojé... no suelo ser así

Hoy mis alumnos me dieron una lección que espero que no se me olvide nunca.

Ya era casi la última hora, tenía la irritación normal después de un CTE (los chicos no tuvieron clase el viernes, entonces vienen con una hueva brutal que es todo un reto romper) y era una sesión en la que tocaba hacer apunte, que desde el punto de vista adolescente es lo peor que les puedes hacer...
Para no hacer el cuento largo, las chicas y los chicos no dejaban de hablar, hablaba yo y ellos hablaban haciendo el efecto Chavo del 8 y el Profesor Jirafales, y me quedaba callada para esperar a que hubiera silencio y nada, así 15 minutos....

Total que llegó ese momento que le llega a toda profesora, ese en el que te ves a ti misma en tercera persona yéndote del salón, dejando todo atrás. Me quedé callada el resto de la clase, frustrada, hambrienta y agotada... mis alumnos, regaño de por medio, siguieron copiando mecánicamente las diapositivas que yo proyectaba, dándoles estrictos tres minutos para anotar, a modo de tortura china...

Se acabó la clase y mis alumnos se despidieron de mi como si nada pasara, me desearon buen día, me dicen: "Gracias por la clase" , me dijeron que les gusta mucho venir a mi salón, que nos vemos el miércoles, que quisieran tener más horas conmigo... yo, que dizque estaba enojadísima, cambié mi gesto endurecido por uno más dulce y pensé que estos chavos son capaces de darse cuenta de que estoy enojada/frustrada en ese momento, que no es personal, que no es para siempre, que somos personas que tienen diferencias, que no siempre cumplimos las expectativas unos de otros pero que el cariño no está comprometido a una sesión de clase, que hoy no fue la mejor, que tendremos más oportunidades.
Sonreí al verlos irse y pensé: ojalá que nunca olvide este 3 de diciembre.

Así los días...
Jocelin

sábado, 1 de diciembre de 2018

El lado oscuro de ser profesora

El trabajo administrativo de una simple profesora, de cualquier nivel educativo, desafía todas las leyes de la lógica: entre más avanzas, más te falta. Lo hemos vivido, lo hemos padecido y aunque, dizque forma parte de nuestro trabajo, no es lo más estimulante sino todo lo contrario.
Nunca en mi vida de docente he escuchado: "Qué paaaaadre el CTE!!!", "¡¡Wujuuuuu, seguimiento disciplinar!!!!" etc.

Pero bueno, todo Yoda tiene su Darth Vader.
Hablando del lado luminoso, confieso que mi parte favorita de ser profesora es lo que yo llamo "mi momento áulico", ese donde estás frente a los chicos escuchando sus ideas, reduciendo sus dudas, ese sacro momento en el cual un alumno tuyo levanta la mano con insistencia y crees que surgirá un momento de epifanía intelectual, que te hará la pregunta clave de la clase y sale un: "¿Puedo ir al baño?" Amo incluso esos acontecimientos en el aula... lo que nunca soportaré es el trabajo administrativo, digan lo que digan, cuenten lo que cuenten, nunca me convencerán. Es en esos momentos en que me vuelvo un Darth Vader que solo quiere destruir papeles y FODA's y formatos y que la galaxia entera se acabe.

Así los días...

Jocelin.

viernes, 30 de noviembre de 2018

Profesora de Bachillerato

Soy profesora de bachillerato, tengo 33 años y una maestría en Estudios Latinoamericanos en la UNAM.
Hace menos de un mes enuncié esas palabras en una entrevista para un doctorado: profesora de bachillerato.
La dije contenta porque me encanta mi profesión, sin embargo, una de las entrevistadoras levantó la ceja y ladeó la cabeza con un dejo de desagrado, y repitió: "¿profesora de bachillerato?", el otro entrevistador, que se dio cuenta del gesto le replicó: "quedó muy claro, es profesora de bachillerato" con todo el encanto del acento argentino. Acto seguido, la señora me preguntó: "¿Sabes de qué se trata este doctorado?" La pregunta encerraba cierto desdén, como si el ser profesora de bachillerato te bloqueara inmediatamente todas la habilidades cognitivas para investigar. Encontré en la mirada y los gestos del entrevistador argentino -gran investigador y me arriesgo a decir que mejor ser humano- apoyo, comprensión y cierta complicidad, toda la complicidad que se puede lograr en una entrevista de 30 minutos, toda la complicidad de alguien que se ha dedicado a dar clases a chicas y chicos de prepa.

Es una lástima que quienes se dedican a la investigación educativa tengan ese aire de superioridad con respecto a quienes damos clase en nivel medio superior. Quizá no sepan de las satisfacciones que se encuentran en esta noble (y agotadora) profesión. No saben lo que la sonrisa de una alumna puede iluminarte cuando por fin puede identificar distintos tipos de falacias, no saben lo que te llena el corazón que un alumno repita "fica tudo bem" excelentemente pronunciado cuando dirige a un compañero lastimado a la enfermería. No saben quizá de las noches que pasamos nosotras, las simples profesoras de bachillerato, pensando en cómo explicar las ideas de Weber en una sesión de 50 minutos, toda una proeza a la que todo profesor o profesora de bachillerato nos hemos enfrentado.
Quizá no lo saben o no lo han valorado.
La investigación tiene sus dificultades y sus satisfacciones, las he vivido también. Si tuviera que ponerlas en la balanza no sería capaz de decir que una actividad, la de profesora o la de investigadora, sea mejor que la otra. Mucho menos pensar que unos son más listos que los otros.

Así los días....
Jocelin.