lunes, 10 de diciembre de 2018

Zorba el griego y la catástrofe

A veces todo sale mal en el aula. Llegas de buenas, alguna cosa te saca de tus casillas y todo se viene abajo.
En estos días mordí el polvo ante la lista de aceptados en un doctorado y obviamente lo estoy viviendo como un fracaso, como una pérdida (de la esperanza) y como un tremenda derrota. Como decía en otra entrada de este blog, la actividad académica y la "aúlica" no están peleadas en mi corazón, sin embargo apostarle a un proyecto y verlo caer estrepitosamente al suelo no deja de doler.
En ese estado mental me acordé de la escena emblemática de la película "Zorba el griego" en donde el desparpajado Zorba, ante la catástrofe que vive junto a Basil, su "joven aprendiz", es capaz de bailar, reír y disfrutar de sus emociones, de regodearse de alegría en la tragedia...
Igual que en el aula, cuando en la vida todo se venga abajo, cuando las cosas no salgan exactamente como lo planeé, cuando sienta que el fracaso me persigue y sobre todo, cuando me alcance, me prometo que voy a reproducir en mi mente esa canción, simplemente para recordarme que aún en la tragedia es posible celebrar la existencia.

¡Opa!

Así los días...

Jocelin

lunes, 3 de diciembre de 2018

Me sonrojé... no suelo ser así

Hoy mis alumnos me dieron una lección que espero que no se me olvide nunca.

Ya era casi la última hora, tenía la irritación normal después de un CTE (los chicos no tuvieron clase el viernes, entonces vienen con una hueva brutal que es todo un reto romper) y era una sesión en la que tocaba hacer apunte, que desde el punto de vista adolescente es lo peor que les puedes hacer...
Para no hacer el cuento largo, las chicas y los chicos no dejaban de hablar, hablaba yo y ellos hablaban haciendo el efecto Chavo del 8 y el Profesor Jirafales, y me quedaba callada para esperar a que hubiera silencio y nada, así 15 minutos....

Total que llegó ese momento que le llega a toda profesora, ese en el que te ves a ti misma en tercera persona yéndote del salón, dejando todo atrás. Me quedé callada el resto de la clase, frustrada, hambrienta y agotada... mis alumnos, regaño de por medio, siguieron copiando mecánicamente las diapositivas que yo proyectaba, dándoles estrictos tres minutos para anotar, a modo de tortura china...

Se acabó la clase y mis alumnos se despidieron de mi como si nada pasara, me desearon buen día, me dicen: "Gracias por la clase" , me dijeron que les gusta mucho venir a mi salón, que nos vemos el miércoles, que quisieran tener más horas conmigo... yo, que dizque estaba enojadísima, cambié mi gesto endurecido por uno más dulce y pensé que estos chavos son capaces de darse cuenta de que estoy enojada/frustrada en ese momento, que no es personal, que no es para siempre, que somos personas que tienen diferencias, que no siempre cumplimos las expectativas unos de otros pero que el cariño no está comprometido a una sesión de clase, que hoy no fue la mejor, que tendremos más oportunidades.
Sonreí al verlos irse y pensé: ojalá que nunca olvide este 3 de diciembre.

Así los días...
Jocelin

sábado, 1 de diciembre de 2018

El lado oscuro de ser profesora

El trabajo administrativo de una simple profesora, de cualquier nivel educativo, desafía todas las leyes de la lógica: entre más avanzas, más te falta. Lo hemos vivido, lo hemos padecido y aunque, dizque forma parte de nuestro trabajo, no es lo más estimulante sino todo lo contrario.
Nunca en mi vida de docente he escuchado: "Qué paaaaadre el CTE!!!", "¡¡Wujuuuuu, seguimiento disciplinar!!!!" etc.

Pero bueno, todo Yoda tiene su Darth Vader.
Hablando del lado luminoso, confieso que mi parte favorita de ser profesora es lo que yo llamo "mi momento áulico", ese donde estás frente a los chicos escuchando sus ideas, reduciendo sus dudas, ese sacro momento en el cual un alumno tuyo levanta la mano con insistencia y crees que surgirá un momento de epifanía intelectual, que te hará la pregunta clave de la clase y sale un: "¿Puedo ir al baño?" Amo incluso esos acontecimientos en el aula... lo que nunca soportaré es el trabajo administrativo, digan lo que digan, cuenten lo que cuenten, nunca me convencerán. Es en esos momentos en que me vuelvo un Darth Vader que solo quiere destruir papeles y FODA's y formatos y que la galaxia entera se acabe.

Así los días...

Jocelin.

viernes, 30 de noviembre de 2018

Profesora de Bachillerato

Soy profesora de bachillerato, tengo 33 años y una maestría en Estudios Latinoamericanos en la UNAM.
Hace menos de un mes enuncié esas palabras en una entrevista para un doctorado: profesora de bachillerato.
La dije contenta porque me encanta mi profesión, sin embargo, una de las entrevistadoras levantó la ceja y ladeó la cabeza con un dejo de desagrado, y repitió: "¿profesora de bachillerato?", el otro entrevistador, que se dio cuenta del gesto le replicó: "quedó muy claro, es profesora de bachillerato" con todo el encanto del acento argentino. Acto seguido, la señora me preguntó: "¿Sabes de qué se trata este doctorado?" La pregunta encerraba cierto desdén, como si el ser profesora de bachillerato te bloqueara inmediatamente todas la habilidades cognitivas para investigar. Encontré en la mirada y los gestos del entrevistador argentino -gran investigador y me arriesgo a decir que mejor ser humano- apoyo, comprensión y cierta complicidad, toda la complicidad que se puede lograr en una entrevista de 30 minutos, toda la complicidad de alguien que se ha dedicado a dar clases a chicas y chicos de prepa.

Es una lástima que quienes se dedican a la investigación educativa tengan ese aire de superioridad con respecto a quienes damos clase en nivel medio superior. Quizá no sepan de las satisfacciones que se encuentran en esta noble (y agotadora) profesión. No saben lo que la sonrisa de una alumna puede iluminarte cuando por fin puede identificar distintos tipos de falacias, no saben lo que te llena el corazón que un alumno repita "fica tudo bem" excelentemente pronunciado cuando dirige a un compañero lastimado a la enfermería. No saben quizá de las noches que pasamos nosotras, las simples profesoras de bachillerato, pensando en cómo explicar las ideas de Weber en una sesión de 50 minutos, toda una proeza a la que todo profesor o profesora de bachillerato nos hemos enfrentado.
Quizá no lo saben o no lo han valorado.
La investigación tiene sus dificultades y sus satisfacciones, las he vivido también. Si tuviera que ponerlas en la balanza no sería capaz de decir que una actividad, la de profesora o la de investigadora, sea mejor que la otra. Mucho menos pensar que unos son más listos que los otros.

Así los días....
Jocelin.