martes, 22 de enero de 2019

Hombros de gigantes

El año pasado un alumno de último año de prepa me preguntó: ¿Por qué con todo lo que sabes eres maestra? Contesté muchas cosas, entre ellas, que las nuevas generaciones merecen buenas maestras o maestros.

Cuando Iván, el alumno de la gran pregunta se fue, me quedé pensando en las cosas que me habían llevado al mundo de la educación. Primero pensé naturalmente en mi madre. Mi mamá es maestra, y digo que es, aunque hace varios años que se jubiló. Mi mamá es de esas maestras divertidas pero firmes, que hacía recapacitar a los chicos con sus palabras pero que también fomentaba el trabajo y la disciplina llevando a los chicos a pasear y a conocer la naturaleza (demostrando que en la educación pública se pueden hacer grandes cosas sin demasiados recursos). Esos niños ansiaban que mi mamá fuera su maestra, quizá porque sabían que el trabajo de todo el año tenía su recompensa: el viaje escolar con la Maestra Mary. La lección de vida de mi mamá como maestra, se cuenta sola.

En segundo lugar pensé en Inés, mi maestra de Español de la Secundaria. Casi 20 años después de que pasé por sus aulas, seguía recordando su nombre y sus clases. La busqué en Facebook y la encontré. Me di a la tarea de mandarle un mensaje. Lo dudaba porque sentía que no se acordaría de mi. Al final, yo fui una alumna más de las y los miles de alumnos que han pasado por su vida. Me contestó y descubrí que sí me recordaba y hablamos horas de su vida, de la mía y de las cosas que ahora nos hacen colegas... Yo, más que recordar los contenidos de sus clases, recordaba su mirada, la emoción que tenía cuando llegaba al salón, su sonrisa al saludarnos, la pasión con la que hablaba de literatura. Ayer fue su cumpleaños y no podía quedarme con las ganas de desearle que siempre la pase bien y decirle que es una de mis grandes maestras, que cuando dicen que viajamos en hombros de gigantes pienso en ella... ella es una de mis gigantes.

En estos días también pensé en otro de los grandes maestros que tuve. Giampiero Bucci fue también maestro de muchos otros y todos tenemos una historia con él, con sus lecciones y sus palabras. Hace unos días dejó este mundo sólo para confirmar ese halo de rockstar que tuvo en vida. Ese profesor de Filosofía supo sacarle jugo a su viaje en hombros de gigantes, tanto que un día decidió bajarse y emprender un viaje, el verdadero viaje filosófico.

Las maestras tenemos, tuvimos y tendremos maestros, que más allá de grandes conocimientos nos dejan, aunque sea por momentitos, viajar en sus hombros para ayudarnos a ver lo que hay más adelante. Gracias por eso a mi mami, a Inés y a Bucci.

La respuesta para Iván podía haber sido esta: Si he sabido alguna vez algo, si en algún momento he logrado desentrañar apenas una esquinita del misterio de la humanidad ha sido por que antes de ser maestra, tuve grandes maestros...

Así los días...




1 comentario:

  1. Hola, empecé a leer las entradas de tu blog y esta por mucho me encantó.
    Aunque no he terminado de leerlas todas lo que escribiste me gustó muchísimo.

    Me alegra mucho la manera en la que te expresas de tus maestros porque muestras el respeto y el cariño que te generaron durante tus estudios, además qué mejor manera de celebrarlos que recordarlos.
    Estoy seguro de que Inés se puso muy feliz de haberte ayudado a formar tu camino y espero tu alumno, o exalumno, de la prepa un día se acuerde de ti tanto como tú recuerdas a los maestros que te ayudaron.

    Espero ansioso a leer más entradas de tu blog,
    -ARS

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