lunes, 3 de diciembre de 2018

Me sonrojé... no suelo ser así

Hoy mis alumnos me dieron una lección que espero que no se me olvide nunca.

Ya era casi la última hora, tenía la irritación normal después de un CTE (los chicos no tuvieron clase el viernes, entonces vienen con una hueva brutal que es todo un reto romper) y era una sesión en la que tocaba hacer apunte, que desde el punto de vista adolescente es lo peor que les puedes hacer...
Para no hacer el cuento largo, las chicas y los chicos no dejaban de hablar, hablaba yo y ellos hablaban haciendo el efecto Chavo del 8 y el Profesor Jirafales, y me quedaba callada para esperar a que hubiera silencio y nada, así 15 minutos....

Total que llegó ese momento que le llega a toda profesora, ese en el que te ves a ti misma en tercera persona yéndote del salón, dejando todo atrás. Me quedé callada el resto de la clase, frustrada, hambrienta y agotada... mis alumnos, regaño de por medio, siguieron copiando mecánicamente las diapositivas que yo proyectaba, dándoles estrictos tres minutos para anotar, a modo de tortura china...

Se acabó la clase y mis alumnos se despidieron de mi como si nada pasara, me desearon buen día, me dicen: "Gracias por la clase" , me dijeron que les gusta mucho venir a mi salón, que nos vemos el miércoles, que quisieran tener más horas conmigo... yo, que dizque estaba enojadísima, cambié mi gesto endurecido por uno más dulce y pensé que estos chavos son capaces de darse cuenta de que estoy enojada/frustrada en ese momento, que no es personal, que no es para siempre, que somos personas que tienen diferencias, que no siempre cumplimos las expectativas unos de otros pero que el cariño no está comprometido a una sesión de clase, que hoy no fue la mejor, que tendremos más oportunidades.
Sonreí al verlos irse y pensé: ojalá que nunca olvide este 3 de diciembre.

Así los días...
Jocelin

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